Eso es lo que se preguntan Schoonbroodt y Tertilt. Como siempre, desmenuzando los elementos superficiales, llegamos a la conclusión de siempre. Incentivos y derechos de propiedad, that’s all.
Según estos autores, los padres actúan como cualquier agente racional al decidir sobre qué cantidad de hijos tener. Sin embargo, los resultados de esta decisión son radicalmente distintos cuando los derechos de propiedad sobre la vida de los hijos, recae en los hijos mismos, o bien en los padres. En términos exactos, si los padres tienen los derechos sobre los hijos, el costo y beneficio de producir hijos es el que resulta de un proceso de optimización arrojando una determinada tasa de fertilidad. En cambio, cuando los derechos de propiedad recaen sobre los hijos, el costo y beneficio de producir hijos no necesariamente coincide con el anterior. Lo que encuentran los autores, es que la tasa de fertilidad cuando los derechos de los hijos son de los hijos es radicalmente menor a la tasa de fertilidad cuando los derechos de los hijos son de los padres. ¿Sera acaso que los hijos no son más que un bien de cambio?
Veamos un ejemplo. En épocas de los romanos, todo derecho que concierne a la existencia de los hijos pertenecía a los padres. En este sentido, los padres al evaluar su posesión de recursos (tierras o algunas factorías) podían decidir cuál era la cantidad más conveniente de hijos a producir. Sabían que al principio, era una boca que alimentar (costos), pero que luego de años trabajaría en las tierras como mano de obra adicional (beneficios). Rara vez el niño decidía sobre su destino. Sin embargo, lo que notamos en las sociedades modernas es que uno se hace cada vez mas cargo de su existencia. En la medida que el costo de oportunidad aumenta (surge el mercado laboral o nuevas oportunidades de qué hacer con nuestra vida), el incentivo a tener hijos disminuye.
Otro ejemplo dado por los autores, es la alta tasa de fertilidad que existe en economías rurales donde la tierra es trabajada y heredada por familias.
También sugieren un imposible. Crear un mercado donde se negocien derechos y compensaciones entre hijos por nacer y padres, pero a menos que exista una tecnología tal, la solución solo vive en los comodos papers de teoría económica.
A ver... en realidad en las sociedades modernas, se incrementan dos cosas. La primera es el costo de oportunidad de los padres, dado que los hijos tienen derechos integros sobre su vida: se vuelven autopropietarios.En este primer caso es un efecto de transferencia de incertidumbre por parte de los hijos hacia la generación anterior, por el simple hecho de que pasan a tener autonomía. En segundo lugar, hay un aumento del costo de oportunidad por otro lado: la aparición de la vida profesional, la expansión de opciones de ocio y consumo, etc. O sea la primera situacion aumenta costos por el lado de la perdida de control de cierta opcion; la segunda es una aumentos de los costos por aumento del numero de opciones disponibles.
ResponderBorrarBueno, si. Eso es loq ue dice el paper y lo que trate de decir yo. Se trata principalmente de esos dos efectos que usted describe. Es la economia de las instituciones, como los incentivos a la produccion varian segun los derechos de propiedad. Lo novedoso del tema, no es la metodologia en si, sino aplicar dicha metodologia a un tema cuasi extraño como este.
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