Cuenta la historia que la guerra entre Marco Antonio y Cayo Octavio Cesar tuvo, en un principio, una excusa agraria. Mientras el buen Anthony había caído en esa triada mortal que elimina el correcto juicio de todo buen pagano (opio, poder y una mujer manipuladora), el precio del grano se disparaba en la Roma cesarista a causa de una gigantesca escasez. Así las cosas, el buen Cesar recurrió a Antonio para agilizar y aumentar el caudal de granos entre Roma y Egipto (este último territorio bajo el dominio de Marco Antonio), intentando un rodeo ultimo que permita una solución inmediata al problema alimenticio. Todos sabemos que la inflación ha sido siempre un problema grave, pero la inflación de los alimentos voltea democracias.
Muy extasiado o no (no lo sabemos), Marco Antonio propuso dar granos a cambio de que le paguen el triple mas la región de España y Cartago. Indignado e incitado a una guerra inminente, Cesar hace cuentas y concluye que una solución belica era mucho más barata que la concesion generosa pretendida por Antonio. Años después, el futuro de occidente se forjaría.
En esencia, hoy la historia parece ser otra. Mientras los mercados de capitales se destruyen en el norte, el precio de los alimentos siguen, como en tiempos Romanos, en ascenso. Para explicar un aumento de los commodities, usualmente se argumenta una escasa rentabilidad de papeles financieros en general, bajas tasas de interés e incorporación de población China. Ahora no solo hay muchos chinos, sino que además se están acoplando a los placeres inmediatos del capitalismo: estan cambiando la dieta, empiezan a comer calidad. Es un gesto natural, cuasi biolegico. En cuanto se satisfacen las mínimas necesidades económicas nos hacemos más exigentes: queremos votar, queremos manifestar, queremos cambiar el auto y el televisor, queremos viajar cómodos y con aire acondicionado (tal vez, el axioma más simple que aun no entiende el Kirchnerismo). No seamos tan crueles, los chinos lo merecen.
Pero yo soy un pesimista, creo que la especulación nos da más especulación. Por ejemplo, si uno podría calcular la elasticidad “precio commodities- información favorable sobre estos que motivan la inversión” seria mucho mas elástica que “precios acciones bancarias-información favorable sobre estos que motivan la inversión”. Estamos sensibles, no hay duda. Unos huracanes y mucha agua se adueñan del centro de Estados Unidos; pero es suficiente que salgan dos granjeros en la radio diciendo que necesitarán mucho fertilizante para fortalecer los cultivos inundados, dando como resultado que las acciones “agrarias” vuelan por los cielos. Pero el mercado de capitales es de suma cero en el corto plazo. Se deshacen posiciones, se vende lo que no se tiene: las acciones se desploman. Las tecnológicas y financieras caen, haciendo caer las perspectivas y las posibilidades de crédito, la estafa continua. La rueda sigue girando, mientras los alimentos continúan en ascenso. Los chinos se ilusionan con que Starbucks y Gucci dejen atrás todo aquel mal sabor del comunismo, pero se sienten reacios a aceptar los derechos cívicos.
Como siempre nos ha mostrado la historia, la mejor enseñanza nos las brindan los perdedores. Tal como dice Mark Anthony: El sol aun esta en lo alto, el agua es deliciosa… la gloria está bien y es buena, pero vivir es suficiente.
Muy buena entrada. La cita final a Marco Antonio, de donde es?
ResponderBorrarEs conocida, pero nunca la encontre en ningun libro que yo recuerde. Se puede ver en a la serie Roma, en el anteultimo capitulo de la temporada 2.
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