viernes, 11 de septiembre de 2009

Soliloquios.

Recuerdo que de pequeño, giraba mi vida en base a cuatros ejes fundamentales. Libros (lo que sea), resolución de mal problemas llamados matemáticos, televisión y video juegos. La matemática que me enseñaban en el colegio no alcanzaba, y mi padre, decidió ponerme un profesor particular para complementar. Es al día de hoy que aun recuerdo con gran cariño a Carlos Abdala, mi profesor personal de matemáticas. Me enseñaba trucos, secretos y las maravillosas proporciones. De grande el abanico de posibilidades se hizo más amplio. El maravilloso mundo de la música. Adquirí mi gusto por Floyd de grande. El maravilloso mundo de los narcóticos, prometía suspender esa castidad impuesta por la temporalidad. El problema no era vivir en un tiempo continuo, el problema era vivir a pesar del tiempo; o como decía Rousseau: el privilegio de la felicidad consiste en anular el tiempo. Fui en mi vida, en todo plano posible, autodidacta. Me encanta caminar y armar planos mentales sobre las coordenadas que voy visitando. Luego, calcular mentalmente proporciones aproximadas. Daba el ingreso a la facultad un sábado a la mañana. El viernes a la noche fui a una fiesta y me agarre una borrachera atroz al ritmo de los Redonditos de Ricota. Tenía una posibilidad de recuperatorio a la semana siguiente. Lo llame a Abdala para que me explique algunas cosas de Algebra. Mi turbulenta soledad de la niñez me llevo a aprobar las cinco matemáticas que ofrecía mi carrera (3 obligatorias, 2 opcionales). Debo haber concurrido a un 10% de las clases. Era el perfecto lugar para el vago, el sabandija que no quería hacer cosas. En la carrera de filosofía, inmediatamente me metí en filosofía analítica: de nuevo allí la haría fácil, sin ningún esfuerzo. Me encantaba Medieval, pero me costaba tener que repasar textos y textos que no entendía. Finalmente, un día entendí lo terrible de mi ejercicio vocacional. Antes de aceptar la beca que me trajo a Inglaterra, Abdala dejo un mensaje en mi contestador que nunca respondí. Veo a la economía como un ejercicio intelectual y nada más. Me retiro, bebo un vaso de agua helada y concluyo: debo avergonzarme de mi mismo durante los próximos 10 minutos. Pido perdón y trato de seguir. El verdadero progreso viene de la solución de problemas concretos y no del harto filosofar. Sin embargo, sé que al menos, mi estimado lector, he vivido.

5 comentarios:

  1. Anónimo6:03 p. m.

    its always pretty good to beggin by aproaching through the birkhoff-mac lane book.
    for example, the chapters on algebraic fields and the following one on galois theory are quite pervasive.
    wn

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  2. Tremendo texto, querido amigo. Muy bueno. Saludos,

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  3. Anónimo10:41 p. m.

    me gusto lo del pedo escuchando los rendodos...eso en europa no se consigue

    abrazo
    FS

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  4. Anónimo12:51 a. m.

    Me sumo al .33; bestial y supremo texto. Gracias Alex.

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