La pasión futbolera nació en el ´81, cuando me vino a visitar un tío, munido de remeras de Boca, banderines de Boca y canciones de Boca, como
"River en la vía,
juntando porquería.
Boca en el avión
con la copa de campeón!"
Entonces fui, soy y seré bostero. Dicen que de club, partido y religión no se cambia, pero entre tanto Borocotó quisiera rescatar la lealtad del hincha constante.
Cuando volví a la Argentina mi primer visita a la cancha fue a la cancha de Independiente, a ver Independiente 3 - Talleres de Córdoba 1. El rojo fue desde entonces mi segundo equipo (lejos de Boca, claro, pero les tengo simpatía).
Hasta los 15 años, la lectura semanal del Gráfico y los domingos de Fútbol de Primera fueron ley. Sin embargo, por razones que no comprendo ni recuerdo (mujeres? ambición profesional? jueguitos de la computadora? abulia?) la pasión amainó. No de un día para el otro, pero los 19 años me encontraron en la universidad sin comprar el Gráfico ni viendo Fútbol de Primera regularmente, y hoy apenas me apasiono cada cuatro años con los mundiales.
Todo esto para decir que me alegro en algún lugar remoto por el campeonato ganado, que me alegro (un poco) por el último puesto de River, pero que no me da para cargar a mi estimado co-blogger y a sus co-gallinas. No lo siento.
2 comentarios:
Bueno, bueno, no los vamos a cargar, pero digamos que la simetría es muy linda...
A pesar de ser un post muyyyy bostero (pero muy), me gusto y mucho. Logra conmovernos con esas pequeñas descripciones del tipo "un trencito de juguete". Uno puede imaginarlo.
Respecto al hincha, cito a Cioran cuando dice que El fanático es incorruptible: tanto si mata por una idea o si es asesinado por una; en ambos casos, tirano o mártir, es un monstruo.
Respecto al recurrente y sopresivo suceso de que Ana es hincha de Boca, bueno, yo lo colocaria en una de las revelaciones del año (tipo noticias del año que organiza la revista Gente).
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