Me pregunto de donde habrán salido Feinmann y Bonasso para subirse a ese caballo autoritario de la izquierda barata de este país. ¿Quien es acaso Bonasso para descalificar a los porteños aunque estos se descalifiquen solos? ¿Quien es acaso el auto consagrado filosofo Kirchnerista que trata a los porteños de "pelotudos"?. Definitivamente me perdí cuando dios bajo de los cielos y resolvió el problema de verdades no tangenciales.
De Bonasso me puedo esperar cualquier cosa, habla desde el odio sin razón, aludiendo a una suerte de revanchismo ideológico cuando el partido termino y ya estamos en el tercer tiempo; y si bien Feinmann viene en ascenso consagrando el mundo eidético según el Platonismo Kichnerista, me llama la atención como todavía se apoya en la falacia naturalista.
Su paso del ser al deber ser es absurdo pues no podemos armar la conclusión si los elementos de ella no están contenidos en la premisa; que me diga Feimann como buen filosofo que es, como puede aspirar a establecer dicha verdad amparándose solo en la razón. La humanidad-el humano (el ser) desmenuzandolo hasta el átomo mismo, racionalmente, jamas podremos obtener ninguna directiva de conducta. El hombre decide en forma valorativa, sin hablar de verdadero o falso, el uso o destino que le proporciona a las cosas.
Pero jamas se podrá pasar de un estado al otro, utilizando la razón, porque de la misma manera que al observar una obra de arte decimos es lindo o feo (y que alguien por favor me diga en que parte de pintura puede captar lo lindo o feo) la moralidad de la cuestión reside en un mero sentimiento, de como nos llega la afección. Es decir, los juicios morales no están en las cosas y/o actos, sino simplemente en la mente humana. Hume lo ejemplifica perfectamente:
Preguntados, pues, en primer lugar, donde está la cuestión de hecho que aquí llamamos crimen; determinad el momento de su existencia; describid su esencia o naturaleza; exponed el sentido o la facultad a los que se manifiesta. Reside en el alma de la persona ingrata; tal persona debe, por tanto, sentirla y ser consciente de ella. Pero nada hay ahí, excepto la pasión de mala voluntad o de absoluta indiferencia." (Investigación sobre los principios de la moral, apéndice 1).
Por lo tanto, la verdad, esa que vos defendéis Feinmann no es la misma que yo tengo, no es la misma que tiene mi vecino, ni mucho menos la de mi panadero de la vuelta de casa. Extraño de un filosofo, o alguien por lo menos que acusa serlo.