Grondonita apuntaba que el debate generado a través del tomate era, algo así, como una estrategia política del oficialismo para desviar la atención de los verdaderos problemas institucionales. En definitiva, ya no es tan importante ver si lo que me explica la inflación del tomate es un efecto estacional, de demanda o un residuo mal estipulado en mis vectores autoregresivos. Pero no es la primera vez que disiento con Grondonita.
Me contaba Sergio Berezstein que entre los dos casos corrupción (digamos, Felisa y la bolsa versus Skanka) el primero era mucho peor en términos de reputación que el segundo por el simple hecho del que el primero se entiende mas. A Doña Rosa le pega mucho mas fuerte “una bolsa con guita en el baño” que “un desvió contable no justificado”: pesa mas 100.000 que millones.
Y con el tomate pasa algo parecido. El pueblo Argentino, héroe y demonio a la vez, brillante y obtuso a la vez, estaría mucho mas dispuesto a castigar a sus candidatos si perciben que los tomates aumentan mucho en contraposición a, digamos por ejemplo, una tiranía que homogenice el poder. Una cesta de pocas verduras, pueden (en una candidatura no tan favorable como la actual) cambiar el destino de una nación.
1 comentario:
Que buen dibujito!!!! gran serie.
ah, me olvidaba
Viva Peron!!!!
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