Una dictadura, no debe hacer grandes inversiones educativas. Tarde o temprano, las jóvenes mentes fecundas dan con la sustancia más subversiva que ha conocido la historia: el pensamiento. Decimos que una apuesta educacional es una contracción dentro del sistema dictatorial.
La ignorancia del pretorianismo de masas lleva a que las clases medias, motor parasitario del sistema capitalista, intenten sustituir una restricción presente por otra, a futuro, que se cree que será menos desagradable que la actual. En la tesis Torcuato Di Telliana aprendemos que la ausencia de una estructura partidaria de derecha, ha llevado al votante medio a acudir a los cuarteles. Así, se va gestando uno de los mayores genocidios de cuerpo y alma en la historia nacional, que a cambio de comerse sus propios principios, promete eliminar la suciedad que ha borrado las divisiones que sustentan el orden las cosas.
A saber, una vez exterminada la amenaza subversiva, el ministro reconoce que un exceso de pensamiento, puede devenir en comportamientos subversivos. En cambio, el obrero, alienado en el proceso de producción, tiene la mente ocupada en los movimientos autómatas que ha adquirido por medio de la experiencia. Se debe enseñar lo necesario, para asegurar el correcto proceso de producción. Al igual que cualquier otra ideología, el aparato ideológico del estado policial debe solamente alfabetizar al sujeto para que sea capaz de leer el manual de operaciones. Con el objetivo bien definido, la dictadura procede con dos pruebas de campo que se encarnizaban en el proyecto nacional. En primer lugar, se eliminan en todos los programas escolares la teoría de los conjuntos por considerarse altamente subversiva. En segundo, el proceso más ambicioso de orden Foucaultiano que la historia pudiese contemplar. En los arenosos terrenos de la costanera, se erigiría un panóptico universitario. Toda la estructura universitaria estaría concentrada en un solo sitio facilitándole el trabajo al poder vigilante. Como si un gran monstruo que traga y digiere, espera a los sujetos que salen de esa superestructura de cemento. A pesar de los esfuerzos, el proyecto queda incompleto: el cemento ya se había sido utilizado para construir los nichos en donde descansarían nuestros sueños.
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