En algún punto Tomas Abraham y yo (sin ser doctores en filosofía) coincidimos: no hay nada más allá que la nada misma. Algún tiempo atrás se me pidió que de una charla a un grupo de jóvenes que iniciaban su transición de la bobería secundaria a la adultez universitaria. Sabía y aclare con un hombre de confianza, que solo podía recomendar a esas mentes jóvenes que vayan y prueben tóxicos y lean a los clásicos. Que no vayan y adquieran un pasaporte para trabajar en una multinacional y que aprovechen el momento para cultivar sus mentes. Como una suerte de proceso formador que siembre las semillas para después, lo que uno quiera hacer de su vida. Pero no pude decir nada, mi discurso no seguía el “uso y costumbre” o mensaje proletario que debía decir. Se trataba, de alguna manera, de transmutar el mensaje al concepto de amor que vive la postmodernidad. Un “yo” condicional que es aceptable bajo ciertas directrices sistemáticas y que cualquiera cosa que supere la retracción, es rechazado como un organismo que no tolera los medicamentos. Al mismo tiempo que no podía dar un mensaje en el que no creía, y aunque venderme me hubiese convenido en términos posibles de renta, hubiese hipotecado mi alma. Prefiero ser rimbombante con conceptos heterogéneos, que cobrar y extender el flujo. Me dijo un sabio amigo “todos se terminan vendiendo” y aunque lo he comprobado recientemente en aquellas personas que juraban no tragarse el cuento de la trinidad (y tronar a vetustos más ignorantes que prometen un “yo te quiero”) déjame soñar y decirme: aun todavía creo, aunque lo miserable siga una distribución normal, apunto abajo a la derecha. Para quienes no pueden sentir la vida, la muerte no necesariamente es una tragedia: una vuelta más, una sola nada más, y despues nos vamos.
domingo, 6 de enero de 2008
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
No importa y lo admito: Le envidio su prosa (aunque sospecho que usted sabe quien soy). Le recuerdo que tiene la invitacion para venir a estudiar y matematizar (lo que se que le gusta tanto) al gran John Maynard. A ver si acepta el desafio...
By the way, no tenemos sol (cosa que se tampoco le gusta) aquí en la isla Britanica...
Dejese de hacerse desear, va a venir??? Si no lo hace es un idiota.
JSP.
Publicar un comentario