miércoles, 25 de julio de 2007

El cenit de Martín Redrado

Apelando a la creatividad de los colegas, voy a ver si hago un pagina estilo SALVEMOS AL INDEC pero que diga RENUNCIÁ REDRADO. Me suena el teléfono pidiendo explicaciones sobre esta semana donde la volatilidad de los mercados me pega por todos lados; pero mis amigos, mi respuesta es que nos encontramos en un delicado equilibrio: contradiccictorio y lleno de distorsiones. Me pongo en los zapatos del presidente del banco central y me encuentro con varios dilemas o como diría algún poeta Marxista: “Fracaso empírico el del capitalismo, su imperfección reside en el sistema mismo”.
Hace mas de dos años, comentaba que este era un gobierno que apuntaba a llegar a un tipo de cambio real de equilibrio por inflación local. Dentro de esa apuesta, se corrían riesgos de que en el medio la inflación traspase un delicado 20% y las expectivas se vayan por las nubes. Sin embargo, apelaba al empirismo y decía que en la historia económica, las hiperinflaciones tenían como causa una monetización del déficit. Al ver que este era un gobierno preocupado por los excedentes positivos en materia fiscal, me animaba a dar muy poca probabilidad a dicho escenario. De aquí, saque dos corolarios: hiper no, pero si un paradigma de inflación alta; y cuando el tipo de cambio real pivotee por el equilibrio, una nueva devaluación (o varias pero pequeñas) serian altamente probables. Hoy diria como el Indio Solari: El futuro llego.
El mandato de Redrado es mantener el tipo de cambio que Nestor cree conveniente. No es la inflación, aunque le moleste, su objetivo principal. Redrado nos ubico en un delicado escenario que es el siguiente. Un conjunto de minidevaluaciones de ahora es mas, volverá a fogonear la corrección de precios que se viene dando desde la devaluación, proceso que en estas épocas estaba culminando y que al menos, marginalmente, no era un problema. Pero cuando Cantillon decía que los costos de esterilizar el oro que debe afrontar un príncipe son crecientes, tenia razón. Mantener un tipo de cambio maso menos fijo, lamentablemente tiene un costo marginal creciente, llamemosla unidades de esterilización. Pero he aquí el problema. Al considerarse que el stock de deuda del central (Lebac, Nobac) es relativamente alto, Redrado no puede permitirse pagar por tasas mas altas de las que ya esta pagando. Para pagar tasas bajas debe dejar el mercado liquido, pero al dejarlo liquido le da rienda suelta a una escalada inflacionaria. Si en cambio, no quiere que sus intervenciones diarias vayan a los precios, debe continuar esterilizando, a costa de pagar una tasa mas alta, que en definitiva es la que viene exigiendo el mercado. Difícil dilema de resolver, pero creo que no es todo. Esta la tercera alternativa, la de una apreciación nominal del tipo de cambio (que pareciera ser la única solución que tendría en manos, pues le quitaría el peso de esterilizar y la inflación pasaría mas a causas reales que monetarias) a costa de las distintas fuerzas que operan en el mercado, siendo además que esto esta lejos de la mente del gobierno, no sonaría de lo más conveniente: los precios son flexibles a la alza e inflexibles a la baja. Un tipo de cambio nominal a la baja con precios y salarios inerciales (a la alta) nos pueden ubicar en un delicado equilibrio, y ahí si, se acabaría la historia.
De los posibles actos que tiene Redrado, el primero es contradictorio con el segundo, el segundo es contradictorio con el primero, el primero pone en riesgo los precios nacionales, el segundo pone en riesgo la solvencia del BCRA y el tercero pone en riesgo el correcto funcionamiento del sistema.
En fin, estos tres problemas son los que idealmente dieron lugar a la creación de un Banco Central, pero al reves de la historia, el banco central de Redrado fue el que los creo. En fin ¿cuándo falta para que renuncie Redrado?

1 comentario:

Un ignorante choricocalero dijo...

Hace casi tres años que formulaste esta pregunta.

¿Cuanto falta para que renuncie Redado? Dos años y medio, oportunismo, apollo de la opoión y los medios primero, y luego, presión.