Otros de los tantos interesante debates de la academia, ha sido si efectivamente el agente económico representativo es racional. Un grupo (dentro de los cuales pertenece un psicólogo ganador del Nóbel en economía) sostiene que no, mientras que otro grupo sostiene que si. El argumento del segundo grupo radica en el hecho de que los individuos son racionales, pero en el proceso de incorporación de la información para decidir óptimamente la información a utilizar es incompleta o errónea. Profundizo esto con una anécdota.
Hace unos veranos, discutía con un amigo el asunto de la asistencia gubernamental hacia esos sectores menos favorecidos (una manera prolija de decir pobres) a través de la implementación de tarjetas o bouchers.
Estos, se podían cambiar por un conjunto de bienes previamente establecidos. El eje del debate, acaso, era que desde el punto de vista de la teoría económica, era mucho mas eficiente entregar el equivalente en efectivo o el mismo boucher (o tarjeta) para la totalidad de bienes.
En cierto sentido, queríamos universalizar el poder de compra de la asistencia gubernamental. Mi amigo, quien hoy esta concluyendo su tesis doctoral en la universidad de Princeton sobre los limites de racionalidad en el agente económico, argumentaba que de hacer esto que nosotros quisiéramos, los resultados finales de la política publica podrían llegar a ser contraproducentes: probablemente, comprarían vino en vez de pan. He ahí la cuestión.
Si el gobierno impone lo que se debe comprar (bienes estrictamente necesarios) o lo que no se debe comprar (bienes no necesarios) indefectiblemente surgen dos cosas: O bien el agente económico no decide óptimamente, ergo el estado debe conducirlo hacia la decisión optima; o bien el agente económico decide óptimamente mas allá de las consideraciones de conveniencia que pueden realizar terceros.
El primer caso es bien conflictivo: ¿Dónde residen los limites de la racionalidad? ¿Son los pobres menos racionales que los ricos? ¿ La racionalidad depende de cuestiones socio culturales? Todas estas preguntas, hacen agua a la hora de buscar respuestas en teoría económica.
El segundo caso es también conflictivo. Probablemente, entre vino y alimentos, se decida entre alimentos si se posee información completa sobre los efectos finales de ambos en un periodo fijo de tiempo. Quiero decir, que si al tomar la decisión final entre una cesta de bienes le diéramos al agente suficiente información sobre los efectos de sus causas en un periodo dado de tiempo, tal vez, encontraríamos diversos tipos de resultados.
Del primer y segundo caso, podemos armar un tercero. Efectivamente, el individuo elige óptimamente, pero esta decisión sin dejar de ser optima dependerá pura y exclusivamente del nivel de información dado. En este sentido, nos encontraremos en un equilibrio peor que con información completa, pero seguirá siendo optimo. Ahora bien, en la medida en que reduzcamos la asimetría informacional, posiblemente hallaremos resultados mejores.
En este sentido, las influencias del medio sociocultural son determinantes pero no suficientes. Existe siempre una ausencia informacional inerte a cada sistema que pueda concebirse, dada la finitud de la mente que se agota (se pierde) en un conjunto infinito (tal como los sistemas de información). Y he aquí el giro Copernicano de la ciencia económica: el sujeto determina al sistema imponiéndole los propios limites de su ser, interpretándolo, procesándolo en el proceso de las acciones.
Pero a la vez, el sistema nos determina, nos da información para desarrollarnos en el.
Creo que al interrogante inicial podríamos decir: Somos racionales y elegimos óptimamente siempre en función de las limitaciones informacionales que disponemos, y esto se da por las características intrisicas nuestras y de la manera tal como el mundo se nos presenta.
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