domingo, 10 de febrero de 2008

El séptimo infierno de Dante

Volatilidades implícitas:
Existen dos implicancias directas sobre los componentes intrínsecos de dos variables económicas que tendrán, consecuencias directas en el los sectores reales de la economía norteamericana. Por un lado, la serie histórica del PBI real a partir desde 1970; por el otro, la serie histórica en el mismo periodo en cuestión pero de las ganancias de un conjunto de compañías. Al observar a la primera de ellas, percibimos una disminución notable de la volatilidad en la serie. Entre las razones que podemos argumentar, hallamos finalmente un beneficio neto en la tan criticada globalización. Como si la economía mundial se hubiese comportado maximizando a la Merton, buscó el portfolio de mínima varianza para una asignación de retornos diarios. Se cree en una suerte de diversificación para suavizar los procesos estocásticos del sistema económico actual. Un ejemplo concreto, sin ir más lejos, fue la contracción económica de Estados Unidos allí a principios de los noventa. Funcionando como un vector que revertía las fuerzas negativas que impulsaban al capital hacia el vacio, la resultante que surgió entre Estados Unidos y la Alemania unificada dieron rienda suelta a un ciclo de expansión económica. Al re alocar recursos en diversos nichos con ciertos lags, la economía global tiende a comportarse bajo movimientos senoidales y cosenoidales, generando un sistema de pesos y contrapesos, suavizando la volatilidad general.
De manera contraria, la proliferación en las últimas décadas de productos estructurados y derivados, alimentados por una leverage mercenario, colocaron las ganancias de las principales compañías y bancos del mundo en un contexto de extrema volatilidad. Así, en épocas de prosperidad los earnings podían aumentar en un 40%, mientras que en épocas de contracción, ese porcentaje se hacía negativo. Lo paradójico, es que el crecimiento de los nuevos instrumentos que proponían crear un mercado para cada estado de la naturaleza posible y de esta manera mejorar la eficiencia económica, resulto en una suerte de impacto de “todo o nada”. Nadie dudaba de las buenas intenciones de tasas de interés bajas y liquidez fácil de los últimos tiempos, hasta que nos colocaron en el delicado equilibrio (o transición hacia el) actual.
Todo esto, dada la situación actual, nos provee información. Tal vez en otro escenario (digamos unos 50 años atrás) la crisis bancaria hubiese impactado en el PBI colocándonos en una super crisis. Gracias a los amortiguadores que ha propiciado la modernidad, hoy reducimos las predicciones de haces seis meses (que anunciaban una expansión del 2.5%) a 1,5%; un numero modesto y pobre, pero lo suficientemente simpático para navegar por las infernales aguas de una desaceleración económica. Esto tal vez, sea la parte optimista.
Por otro lado, aun no se han ajustado las proyecciones que se esperan en las ganancias de las compañías. Sin embargo, sabemos que pagaremos el costo de una variable altamente volátil, seguramente para abajo. El punto será acaso, o el poder estará, en los analistas. Habrá una proliferación de downgrades que ubicara al mercado accionario, al mercado de futuros, asi como al mercado de renta fija, en una tendencia hacia la baja. La depresión en estos valores, posiblemente ataque a la peor variable económica que exista: las expectativas. Sera tal vez, un año más que todo plagado en problemas de desconfianza (de realidades por debajo de lo que se esperaba), que sin tardar en alinearse con las restricciones de crediticias, atacaran la dinámica principal del capital: el consumo. Esto tal vez, sea la parte pesimista.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mensaje para la Afip: Este blogger no la cuenta, la pesa

Sir Alex De Large dijo...

No. Crece en un arbolito en el fondo de mi casa que no paga ganancias...